Santiago de Chile, 11 jul (dpa) – Una huelga nacional de trabajadores y estudiantes en Chile arrancó este jueves con barricadas en distintos puntos de la capital, además del bloqueo de carreteras que conectan con las grandes minas de cobre.
“Esperamos una amplia convocatoria, una jornada histórica”, dijo la presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la profesora de filosofía Bárbara Figueroa, en medio de una marcha.
El conocido como paro nacional por la dignidad, que concentra fuerzas en servicios públicos, puertos y mineras, fue convocado para exigir mejoras laborales, en momentos que el Congreso debate el salario mínimo.
Las autoridades, que enfrentan comicios presidenciales y legislativos en noviembre, aún no logran llegar a un acuerdo sobre si elevan la remuneración base a 414 o 420 dólares. Actualmente es de 394 dólares.
En comparación, países como Francia, Japón, Holanda, Nueva Zelanda, Portugal y Estados Unidos poseían un salario mínimo 2.2 veces superior al de Chile cuando tenían el mismo ingreso per capita.
La protesta, liderada por la CUT, surgió a diez días de que el Banco Mundial (BM) dijera que Chile ya es un país de ingresos altos, como Alemania o España.
De hecho, el ingreso por habitante alcanzó los 21,590 dólares por paridad de compra, según indicó en Santiago el propio presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, junto al mandatario Sebastián Piñera.
Sin embargo, la desigual distribución de la riqueza provoca malestar en los trabajadores, pese a que el desempleo rondaba sólo el seis por ciento hace meses.
El uno por ciento más rico acapara un tercio de los ingresos del país. Asimismo, la mitad de los trabajadores percibe salarios menores de 500 dólares.
Además, un millón de obreros recibe remuneraciones por debajo de la línea de la pobreza actualizada, según la Fundación Sol, entidad especializada en temas económicos.
La legislación laboral, heredada de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990), merma la sindicalización y permite incluso a las empresas contratar operarios durante las huelgas.
Como consecuencia, sólo un ocho por ciento de los trabajadores chilenos está sindicalizado, lo que reduce su capacidad de negociación.
Desde 1990, los salarios reales crecieron un 20 por ciento, mientras que la rentabilidad de las empresas lo hizo en un 90 por ciento, según cifras oficiales.